“Piensa como piensan los sabios, mas
habla como habla la gente sencilla”
Aristóteles
Nació en el 384 a.C. en Estagira, Macedonia. Falleció en el 322 a.C. en
Calcis. Hijo de Nicómaco, un médico. A los 17 años viajó a Atenas para asistir
a la Academia de Platón. Al fallecer éste, viajó a Assos, ciudad de Asia Menor
en la que gobernaba su amigo Hermias, al que sirvió como asesor, casándose
además con su sobrina e hija adoptiva, Pitia. Tras ser ejecutado Hermias por
los persas en el 345 a.C., el estagirita se trasladó a Pella, capital de
Macedonia, donde fue tutor del hijo menor del rey Filipo II, Alejandro, quien más
tarde sería conocido como Alejandro Magno. En el 335 a.C., al acceder éste al trono volvió a Atenas y fundó su propia
escuela: El Liceo, donde se alejó de las doctrinas de Platón. Resumió todo el
saber de su época pero brilló especialmente en las ciencias naturales
descriptivas. Fue autor de la primera clasificación de los animales, padre de
la anatomía comparada y maestro de otros científicos, como el botánico
Teofrasto, su sucesor en el Liceo. Rechazó la teoría atómica de Demócrito y
sostuvo que la materia se origina en la mezcla de cuatro propiedades
fundamentales: caliente, frío, húmedo y seco, que se combinan entre sí para dar
lugar a los cuatro elementos o esencias: tierra, agua, aire y fuego, a los que
añadió la quinta esencia o éter, que formaría los cuerpos celestes. Demostró
por varios métodos la esfericidad de la Tierra y sostuvo que ésta está situada
en el centro del universo. Fue el primero en clasificar las ciencias, que
dividió en teóricas (matemáticas, física y metafísica), prácticas (ética,
política y economía) y poéticas (poesía, retórica, etc.). En esta clasificación
no se incluye la lógica, desarrollada por él, utilizando los principios de Parménides, pues es el instrumento para el estudio correcto de las otras.
Inventó el silogismo, instrumento fundamental del pensamiento occidental. Escribió
libros de divulgación, de los que sólo se conservan fragmentos, y otros de
notas, para el círculo de sus iniciados, de los que quedan 47.
Siguiendo la filosofía del venerable y temible Parménides, Aristóteles estructuró al ser en 10 categorías. Por
un lado está la Substancia (el ser
en sí) y por el otro los accidentes: Cantidad, Cualidad, Relción, Lugar, Tiempo, Posición, Posesión, Acción y Pasión.
En relación con la vieja discusión del cambio, desde épocas de Heráclito y Parménides, Aristóteles entiende al cambio y al movimiento como el paso de lo que está en potencia a estar en acto.
Según Aristóteles, la felicidad no puede encontrarse en los placeres
porque nos hace depender de ellos, tampoco en los honores, porque éstos no
dependen de nosotros, sino de los demás. En cuanto a quienes colocan la
felicidad en el dinero, Aristóteles responde que el dinero no es el bien que
buscamos, pues sólo es útil para otras cosas, es un medio, no un fin. Así llegó
a la conclusión de que la felicidad sólo puede encontrarse en la virtud. Virtud significa excelencia, la
perfección de la función propia de algo o alguien. La función del pianista reside
en el arte de tocar el piano, y será virtuoso en el arte de tocarlo en la
medida en que desempeñe tal función de manera excelente. Debemos preguntarnos
en qué consiste la función propia del hombre como tal para poder determinar en
qué estriba su virtud. El vivir es común a las plantas, y se busca lo propio
del hombre. La vida sensitiva es común a los animales. Queda por último la
razón. La virtud del hombre, por lo tanto, consistirá en la perfección en el uso
de su función propia, la razón, en el desarrollo completo de su alma (o vida)
racional. Es entonces el filósofo el que más o mejor se basta a sí mismo, y la
vida de razón, la vida contemplativa, es la más feliz, y la sabiduría la virtud
más alta. Pero Aristóteles tenía perfecta conciencia de que ningún hombre puede
vivir una vida pura y exclusivamente contemplativa. Debido a las necesidades
físicas, una vida puramente teorética es superior a la humana y sólo un ideal
para el hombre. Dicho por Aristóteles:
“No hay que dar oídos a
quienes nos aconsejan, con pretexto de que somos hombres y mortales, que
pensemos en las cosas humanas y mortales, sino que en cuanto nos sea posible
hemos de inmortalizarnos y hacer todo lo que en nosotros esté para vivir según
lo mejor que hay en nosotros”.
Otras conocidas
frases de él son:
“La inteligencia consiste no
sólo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los
conocimientos en la práctica”
“El sabio no dice todo lo que
piensa, pero siempre piensa todo lo que dice”
“No se puede ser y no ser al mismo
tiempo y bajo el mismo aspecto”
“El ignorante afirma, el sabio duda
y reflexiona”
“Lo que con mucho trabajo se
adquiere, más se ama”.
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