domingo, 29 de junio de 2014

EL MILAGRO GRIEGO: EUCLIDES


                               “Si Dios alguna vez hizo geometría, con toda seguridad recurrió a Euclides para conocer las reglas”
                                    Edward Kasner y James Newman

    Nació alrededor del 325 a.C., en Alejandría, Egipto. Después de la muerte de Alejandro Magno (en el 323 a.C.) varios generales se repartieron el poder sobre las tierras conocidas. Uno de ellos, Ptolomeo I, estableció una dinastía que habría de reinar en Egipto durante tres siglos. Transformó a su capital, Alejandría, en el centro intelectual más grande de la antigüedad, y uno de los primeros talentos que trabajó allí fue Euclides. Muy poco se sabe sobre su vida privada y se han perdido al menos la mitad de sus obras. Sus cinco obras que sobreviven son: Elementos, Los Datos, La División de Figuras, Los Fenómenos y La Óptica.
   El libro más importante y de mayor influencia fue claramente Elementos. Si bien la mayoría de los conocimientos y demostraciones que aparecen en la obra son de otros autores, la selección, el ordenamiento y sobre todo la sistematización, son propios de Euclides. Este primer sistema axiomático de la historia terminó convirtiendo a la geometría en el modelo de ciencia durante los siguientes dos mil años. Mediante una reducción atomista, partiendo de pequeñas verdades, la obra se construye con un orden y rigor impecables, conteniendo un total de 465 proposiciones (lo que hoy dividiríamos en teoremas y en construcciones), éstas son verdades fundamentadas utilizando la lógica aristotélica, 5 axiomas (o nociones comunes) y 5 postulados. Sus axiomas y postulados son verdades consideradas evidentes cuya demostración no es necesaria, ya que, según él, cualquier individuo tiene la capacidad de darse cuenta que son verdaderas. En 1482, en Venecia, se realizó su primera impresión, siendo uno de los primeros libros en imprimirse y, desde entonces, ha tenido más de mil ediciones. Su importancia científica se mantuvo indiscutida el siglo XIX, y su valor didáctico se mantuvo hasta comienzos del siglo XX, cuando aún algunas escuelas lo utilizaban como texto escolar sin que se le hicieran correcciones de importancia.
    En Elementos se evidencia la influencia platónica de Euclides. En ella no figuran aplicaciones prácticas ni ejemplos numéricos. No obstante tres libros se ocupan de aritmética, en ellos los números aparecen disfrazados de segmentos, y las propiedades numéricas se demuestran operando con esos segmentos. Si bien no menciona ningún instrumento geométrico, se dice que no admite sino construcciones con regla y compás porque aquellas que realiza son a partir de segmentos de rectas y circunferencias. Otro rasgo platónico es la importancia asignada a los poliedros regulares, a los que dedica íntegramente el último libro, como culminando la obra. En sus definiciones se percibe el carácter finito de las rectas y superficies, ya que, si bien los griegos de la época de Euclides eran conscientes de la existencia del infinito, no operaban con él, sino que lo consideraban en el devenir.
   La obra no sólo trata de geometría, sino de otros contenidos matemáticos de su época. Los cuatro primeros libros desarrollan la teoría elemental de la geometría plana y álgebra geométrica. Tratan el estudio de triángulos, ángulos, áreas, álgebra geométrica, circunferencias, figuras inscriptas y circunscriptas. Los libros V y VI contienen la teoría generalizada de la proporción. Los libros VII, VIII y IX tratan sobre aritmética, estudian los números primos, llegando incluso a demostrar que son infinitos, trata sobre progresiones, múltiplos, números pares, impares y sus relaciones. El libro X, denominado por algunos como “La cruz de los matemáticos”, se dedica al estudio de segmentos inconmensurables (los números irracionales). Los últimos tres libros, XI, XII y XIII, se dedican a la geometría del espacio; el último se trata exclusivamente de los sólidos platónicos.
    Más tarde se agregaron dos libros más a la obra. El llamado Libro XIV se debe a Hipsicles de Alejandría, del siglo II a.C., el cual agrega nuevas propiedades de los cuerpos regulares. Mucho más tarde, en el siglo V, se agregó un nuevo volumen de características muy inferiores al anterior; uno de sus autores fue Damascio, el último jefe de La Academia.
   Si bien su obra es en gran medida sobre las construcciones con regla y compás, en ella no se menciona nada acerca de lo que no se puede construir con estas herramientas, como ocurre con los tres problemas clásicos griegos. En el libro IV, por ejemplo, Euclides inscribe en una circunferencia polígonos regulares de 4, 5, 6 y 15 lados, pero no hace alusión (no dice que se pueden ni que no se pueden inscribir) a los polígonos de 7, 9, 11 y 13 lados.
  Algunos creen que Euclides era el jefe de un equipo de matemáticos y entre todos escribieron Elementos; otros dicen que es un seudónimo y que en realidad la obra fue escrita por varios sabios (tal vez uno fue Platón o Teeteto), y hasta podría considerarse una obra en gran medida filosófica, en el sentido de que enseña a demostrar como herramienta para la dialéctica, usando a la matemática por ser la ciencia más fecunda para esta función.
    Según la leyenda, el rey Ptolomeo le preguntó un día a Euclides si no podía hacer que sus demostraciones fueran un poco más fáciles de seguir, a lo que él respondió:

       “En geometría no existe ningún camino especial para los reyes”.





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